Vivía en tu mirada.... Yo era el reflejo que habitaba en tus ojos, la balsa que surcaba tus pupilas. Mi nombre existía dibujado en tu boca, se creaba en la voz extraviada en tu cuello. He seguido tus huellas, te reconozco en la silueta que traza la ribera del río, en la selva verde que es tu cuerpo y es todo el paraíso, hierba milagrosa, vergel, maleza en la que adivino los territorios perdidos del edén. Intento volar y anidar en tus brazos, dos ramas que nacen del árbol del bien y del mal. Tus cabellos son bosque, enramada, semilla, lecho en el que dos cuerpos descubren la fertilidad por la que se asoma la vida. Hoy el silencio ocupa el lugar en el que ayer resonaba tu voz de cenzontle, ha naufragado el barco en el que seguí a la luna en el mar de tu espalda hasta desembarcar en tu vientre que es oasis y playa, orilla, puerto, litoral en el que camino descalzo para perderme en tu piel de manzana, en tus caricias sabor a canela, en tu aroma de viñedo y flor de naranjo, en la savia derramada entre tus labios de mujer, en el olor a tierra mojada después de tus besos. Eres todos los rostros.
Texto: Pedro Manterola |
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